Hoy en día se habla mucho de los adaptógenos como aliados naturales frente al estrés, pero ¿alguna vez te preguntaste por qué se llaman así? Detrás de esa palabra hay ciencia, historia y una lógica clara: los adaptógenos ayudan al cuerpo a adaptarse.
En este artículo te contamos de dónde viene el término, cómo se define y qué tiene que cumplir una sustancia para considerarse adaptógena.
Nikolai Lazarev, el creador del concepto de “adaptógeno”.
Origen del término: la medicina soviética
El concepto de adaptógeno nació en 1947, en plena Guerra Fría. El científico ruso Nikolai Lazarev buscaba sustancias que pudieran mejorar la resistencia física y mental de los soldados y trabajadores sin causar efectos secundarios.
Fue él quien propuso el término “adaptógeno” para describir compuestos que aumentaban la capacidad del cuerpo de resistir el estrés de manera no específica, es decir, sin actuar como un estimulante puntual.
Aunque el término “adaptógeno” fue propuesto por el científico soviético Nikolai Lazarev en 1947, el uso de estas sustancias naturales se remonta a miles de años atrás. En la medicina tradicional china, hongos como el Reishi y el Cordyceps eran considerados tónicos esenciales para la longevidad y el equilibrio interno. En el Ayurveda, plantas como la Ashwagandha y la Tulsi ya se utilizaban para fortalecer el sistema nervioso y mejorar la resistencia al estrés. Es decir, mucho antes de que existiera una definición científica, distintas culturas ya intuían y aprovechaban el poder regulador de estas especies.
Los tres criterios que definen a un adaptógeno
A partir de los trabajos de Lazarev y su discípulo Israel Brekhman, se definieron tres condiciones científicas que una sustancia debe cumplir para ser considerada adaptógena:
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No tóxica ni adictiva: debe ser segura en dosis normales y no generar dependencia.
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Efecto normalizador: debe equilibrar funciones fisiológicas (por ejemplo, bajar el cortisol si está alto o subirlo si está bajo).
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Acción no específica: mejora la resistencia general del cuerpo frente a distintos tipos de estrés (físico, químico, biológico).
¿Cómo actúan en el cuerpo?
Los adaptógenos interactúan principalmente con el eje HPA (hipotálamo–pituitaria–adrenal) y el sistema nervioso autónomo. En lugar de forzar un efecto (como hacen los estimulantes), modulan la respuesta al estrés, ayudando a mantener el equilibrio interno (homeostasis).
Su acción puede incluir:
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Regulación del cortisol
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Mejora del estado de ánimo
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Aumento de la energía sin picos
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Refuerzo del sistema inmune
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Mayor claridad mental
¿Qué sustancias son adaptógenas?
Algunos ejemplos con respaldo científico:
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Melena de León: estimula el sistema nervioso y favorece la neurogénesis.
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Reishi: calma el sistema nervioso y refuerza las defensas.
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Cordyceps: mejora la energía celular y la oxigenación.
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Otros clásicos: Ashwagandha, Rhodiola, Schisandra, Eleuthero.