Cuando hablamos de adaptógenos y regulación del estrés, inevitablemente aparece un término que puede sonar técnico, pero que es fundamental para entender cómo funciona nuestro cuerpo: el eje HPA.

Estas tres letras —HPA— resumen una red de comunicación interna que regula nuestra respuesta al estrés y, por extensión, gran parte de nuestro equilibrio fisiológico. Entender cómo funciona este eje es clave para comprender cómo actúan los adaptógenos y por qué pueden ser útiles en contextos de fatiga, ansiedad o desregulación inmunológica.

HPA son las siglas de Hipotálamo – Pituitaria – Adrenales.

Se trata de un sistema de conexión entre el cerebro (hipotálamo y glándula pituitaria) y las glándulas suprarrenales, que están ubicadas encima de los riñones. Este eje regula la producción de cortisol, la principal hormona del estrés, pero también participa en la digestión, el sueño, la energía, el sistema inmune y la respuesta inflamatoria.

¿Qué pasa cuando este eje se desregula?

Cuando el eje HPA funciona bien, el cuerpo responde a situaciones estresantes y luego vuelve al equilibrio. Pero cuando estamos expuestos a estrés crónico, el sistema pierde sensibilidad o se sobreactiva, generando síntomas como:

  • Fatiga persistente

  • Problemas de sueño

  • Irritabilidad o ansiedad

  • Inflamación crónica

  • Dificultad para concentrarse

  • Inmunidad debilitada

 

Esta desregulación se conoce como disfunción del eje HPA, y es más común de lo que parece.

¿Cómo ayudan los adaptógenos?

Los adaptógenos actúan modulando el eje HPA. No lo estimulan ni lo bloquean: lo ajustan según la necesidad del cuerpo. Eso significa que pueden ayudar a reducir el cortisol si está alto, o a mejorar la respuesta si está demasiado baja.

Distintos adaptógenos actúan de forma específica:

  • Reishi: calma el sistema nervioso, ayuda a regular el sueño y baja la inflamación.

  • Cordyceps: mejora la energía sin forzar al sistema, útil en fatiga y agotamiento.

  • Melena de León: promueve la claridad mental y la regeneración neuronal, ayudando a estabilizar el sistema bajo carga cognitiva.

¿Por qué importa conocer este eje?

Porque muchos síntomas que creemos “normales” —como cansancio, ansiedad, falta de foco o problemas digestivos— pueden ser señales de que el eje HPA está desregulado.

 

Y porque, al entenderlo, podemos elegir mejor cómo cuidar el cuerpo: desde la alimentación, el descanso, el movimiento… y también con herramientas naturales como los adaptógenos.